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Es está una pregunta muy frecuente que los padres de los niños que ingresan al Nido se formulan a sí mismos y muchas veces no se animan a compartir con otros papás y/o con la Institución.
El sentimiento de desapego, la duda, la culpa, … lleva a muchos papás a desconocer los invalorables beneficoos de esta etapa.
Las innumerables oportunidades que se ofrecen en el ámbito educativo a esta edad surge en el ejercicio cotidiano que les permite:
•Convivir y compartir con sus iguales.
•Consolidar hábitos en un espacio adecuado.
•Enriquecer su desarrollo motor y del lenguaje.
•Explorar medios diferentes a los cotidianos.
Aunque pequeño, ya es capaz de “mucho” y responde a ciertas características psíquicas, físicas y conductuales que marcan el “despegue” de la primera infancia.
Suele hablarse del “shock” que representa el ingreso del niño al primer año del Nivel Inicial, con manifestaciones típicas de alteraciones que competen predominantemente el área de la conducta expresando rechazo, temor y/o desagrado con llanto, reclamos, aislamiento, desinterés, se niega a participar, a comer,…
Este cuadro se puede evitar si se trabaja para ello, así es que se sugiere:
•Visitar en Nido antes previo al inicio de clases junto a sus padres, haciendo un recorrido y reconocimiento.
•Explicarles lo que va a ocurrir allí.
•Contarles historias de cuando mamá, papá o algún otro integrante de la familia empezó a ir al Nido.
•Debe ser una misma persona la que lleve y pueda quedarse en el Nido los primeros días, coordinando los tiempos y lugares con las profesoras(dentro del salón solo observando o en una banca especial fuera del salón informando siempre al niño).
•Efectuar refuerzos positivos desde el hogar. Los niños captan y logran entender las actitudes de sus padres hacia acontecimientos nuevos. Las emociones se transmiten. Papás muy nerviosos, ansiosos o preocupados trasmiten las mismas sensaciones a los niños.